Nuestra Señora de las Candelas
Todo empezó poco a poco, sin darnos cuenta. Yo llegaba a casa casi a las ocho de la tarde. Nos separaba una calle: Nuestra Señora de las Candelas. Nos mirábamos desde nuestros balcones con timidez y curiosidad. Los aplausos nos ayudaron a coger confianza.
Al ritmo de la música que él ponía, fuimos conociéndonos. Una noche bailamos bachata desde la distancia.
Avanzamos cuando me escribió su número de móvil en un cartel.
Y todavía hoy, cuando oímos aplausos, nos miramos a los ojos y nos perdemos…