por Helan Ruiz | Cartas al director
Me sorprende que todavía se permita publicidad que anime a los niños a comer alimentos no saludables como galletas y cereales industriales.
A la vuelta de septiembre, con los colegios empezando un nuevo curso, los anuncios en televisión así como las paradas de los autobuses se llenan de anuncios de este tipo de comida.
Y es contradictorio, porque es evidente que este tipo de comida perjudica la salud y aumenta la obesidad de los más pequeños, pero hay tantos intereses encima de la mesa, que se mira para otro lado.
Carta publicada en el periódico El País
por Helan Ruiz | Al aire
Sábado, 25 abril 1925
Esta noche es muy especial. Hay una fiesta en el Club de Jazz La Lumière. ¡Y los rumores dicen que Coco Chanel acudirá! Vuelvo a mirarme en el espejo. Ya me he colocado el elegante tocado de plumas y cuentas que me ha regalado Madre por mi Santo. He decidido ponerme el vestido con los flecos de lentejuelas de color dorado y los zapatos de piel a juego. Me siento de nuevo en el tocador y me repaso el carmín. Es un rojo muy estridente, pero es el último grito en París.
-¡Inés! ¡Inès! – Madre me llama desde el recibidor.
-¡Tu amiga Thérèse ya está aquí!
Finalmente vamos en tranvía porque Padre sigue en el despacho y no sabemos a qué hora llegará a casa. Nos había prometido llevarnos, pero no queremos arriesgarnos a llegar tarde.
Thérèse me hace confidencias durante el trayecto. Hay un muchacho que ha empezado a hacerle requiebros y le parece muy apuesto.
Cuando llegamos a La Lumière, ya hay varias parejas bailando el charlestón. Es un baile que me encantaría perfeccionar. Está muy de moda. Al menos en París. Estoy tratando de convencer a Madre para ir una temporada a Estados Unidos y tomar clases con la profesora Irene Castle. Hace unos años, ella y su marido Vernon hicieron furor bailando en el Café de París.
Pero volvamos a La Lumière…estoy departiendo con unas amigas que conozco de las clases de piano. Vemos un corrillo de personas rodeando a alguien. ¡Es Coco Chanel!
Y de repente, siento unos ojos clavados en mí. Miro hacia la derecha y nuestras miradas se cruzan por primera vez. Pierre está fumando y me sonríe desde lo lejos con cada calada que da. Después se acerca y me pide el siguiente baile. Y bailamos y bailamos, hasta que Thérèse tira de mí, nerviosa, porque nos hemos descuidado con la hora. Nuestros padres estarán preocupados y tenemos que irnos.
Entonces, Pierre me mira fijamente y me dice: Tú y yo vamos a tener una bonita historia, Yo me río, sin saber qué decir. Y me desliza su tarjeta con su nombre completo: Pierre Beaufort.
Y cuando llego a casa, no puedo parar de pensar en él.
Sábado, 29 abril 2023
Julia Beaufort se despierta muy temprano en el hotel de París. Llegó anoche desde España. Los últimos días han sido muy intensos en la academia de baile, pero está muy ilusionada. Esta noche es el concurso de bailes de salón en el Club de Jazz La Lumière. Ya tiene todo preparado. Intenta relajarse. Cierra los ojos y piensa en lo orgullosa que se sentiría su bisabuela Inès si pudiera verla bailar.
Su pasión por el baile empezó desde muy pequeña. Se fijaba especialmente en los bailes antiguos: el charlestón, el foxtrot, el tango…Así que poco a poco se fue especializando y abrió su propia academia de baile. Su corazón latía al compás de esos ritmos. Era algo que no podía explicar a su entorno…Ya apenas había interés por ese tipo de bailes. Bueno, excepto en París, que seguía habiendo muchos seguidores.
Cuando su abuelo le entregó el diario de su madre, se sintió comprendida y unida por un hilo invisible a ella, a pesar de que habían pasado casi 100 años y no la había conocido.
por Helan Ruiz | Al aire
Me parece incoherente que los libros de literatura juvenil estén siendo analizados con lupa para que su contenido sea adecuado a su público, y en cambio, haya carta blanca y escaso control en el acceso a contenido visual y musical que claramente está dirigido a adultos.
Me temo que estamos mirando para otro lado, porque lo que vemos nos da miedo y además, tenemos la inquietante sensación de que hemos perdido el control.
por Helan Ruiz | Cartas al director
Las mujeres seguimos recibiendo mensajes contradictorios. La publicidad nos aturde y satura con objetivos y metas inalcanzables, dando prioridad a nuestro físico, sobre todo lo demás.
Un mensaje que cala entre todas, jóvenes y maduras, y que nos lleva a un bucle sin fin, lleno de frustraciones.
El derecho a envejecer con tranquilidad también diferencia a hombres y a mujeres. Este detalle, que parece frívolo, retrata la sociedad en la que vivimos.
Carta publicada en el periódico El País
por Helan Ruiz | Al aire
Menuda decepción. Llevo unos días aquí y no entiendo nada. Me quiero volver a casa ya. Estas extrañas criaturas se pasan todo el día mirando hacia abajo, con un dispositivo luminoso y ruidoso en sus manos. Apenas levantan la mirada. Se encierran en unos bloques y cuando salen de allí, se desplazan hacia otros bloques, donde se quedan inmóviles en posición horizontal durante horas. Y al día siguiente, lo mismo, una y otra vez. Tanta energía y esfuerzos invertidos en venir a este lugar para contemplar este sinsentido… Estoy deseando volver a Marte y recuperar mi vida.