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Clara leía tumbada en su dormitorio. Desde la puerta, pude leer el título del libro: “La casa de los espíritus”. Vi cómo se elevaba a varios centímetros del colchón, lo normal cuando estaba relajada. Su melena verde, hecha de musgo, necesitaba un corte urgente. Qué duro es ser madre, pensé, siempre corriendo de un lado para otro. ¡A ver de dónde sacaba tiempo para acompañar a la niña a la peluquería!

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